
A finales de los 90, cuando el mundo automotriz estaba lleno de líneas cuadradas y autos que parecían salidos de una regla, Audi decidió hacer algo radical: crear una obra de arte con ruedas. Así nació el Audi TT, y el TT Quattro del año 2000 fue su versión con esteroides… y tracción total.
Con su diseño redondeado, limpio y futurista, parecía un concept car que se había escapado del salón del automóvil para llegar a las calles. Pero no te dejes engañar por su cara de buen niño: este coupé escondía bajo el cofre un motor turboalimentado de 1.8 litros con 225 hp, y lo más importante, una tracción Quattro que lo pegaba al asfalto como chicle en el zapato.











Era rápido, pero más que eso, era diferente. En un mundo donde todos los deportivos querían parecer agresivos, el TT era sofisticado, casi minimalista. Y eso lo hizo inolvidable.
El interior era igual de especial: aluminio cepillado, líneas limpias, y un enfoque en el conductor que demostraba que Audi estaba en otro nivel. Era un auto para quienes querían algo emocionante, sin gritarlo.
Hoy, el Audi TT Quattro 2000 es un clásico moderno, un coche que marcó época y se ganó un lugar en la historia por atreverse a ser distinto… y por hacerlo increíblemente bien.