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LA FÓRMULA 1 TIENE UN JARRO GROSERÍAS: MULTAS Y SANCIONES POR INSULTOS Y DECLARACIONES POLÍTICAS
La FIA introduce un sistema de multas y sanciones en F1 para controlar el lenguaje inapropiado y las declaraciones políticas de los pilotos, incluyendo la posibilidad de perder puntos del campeonato.
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La FIA ha actualizado su Código Deportivo Internacional, implementando un sistema de multas y sanciones escalonadas para los pilotos que utilicen lenguaje considerado inapropiado o hagan declaraciones no autorizadas. Según el artículo 12 del código, cualquier comentario ofensivo, grosero o insultante puede resultar en las siguientes penalizaciones:
• Primera infracción: Multa de 40,000 euros.
• Segunda infracción: Multa de 80,000 euros y suspensión de un mes.
• Tercera infracción: Multa de 120,000 euros, otra suspensión de un mes y la deducción de puntos del campeonato.
Este sistema tiene reglas específicas para F1, donde las multas son significativamente más altas que las impuestas en otras categorías de la FIA, como el WRC y el WEC. Además, los “contadores de infracciones” se reinician después de dos años de buen comportamiento.
El nuevo código también regula estrictamente las declaraciones políticas, religiosas o personales de los pilotos, salvo que sean previamente aprobadas por escrito por la FIA. Según el artículo 12.2.1.o, las consecuencias incluyen las mismas multas y suspensiones que las ofensas por lenguaje inapropiado, además de la obligación de emitir una disculpa pública y retractarse de los comentarios realizados.
Esta medida ha sido objeto de críticas por limitar la libertad de expresión de los pilotos y añadir una capa de control que muchos consideran innecesaria y distópica. La controversia se intensificó después de que el presidente de la FIA, Mohammed Ben Sulayem, expresara su desaprobación hacia los insultos durante transmisiones de radio o conferencias de prensa, haciendo comentarios que algunos percibieron como insensibles o malintencionados.
La política también plantea preguntas sobre la neutralidad de la FIA y su impacto en los derechos humanos dentro del deporte. Mientras algunos argumentan que esto busca mantener la profesionalidad en la F1, otros lo ven como un intento de silenciar a los pilotos y limitar su capacidad para expresar opiniones fuera de la pista.
El sistema de “jarro de las malas palabras” parece ser solo el comienzo de un enfoque más rígido en la regulación de la conducta de los pilotos, dejando abierta la pregunta: ¿dónde termina el control y comienza la censura?