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AUTOS MODERNOS

VW 2002 JETTA GLI VR6

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Cuando pensamos en Volkswagen, solemos imaginarnos una marca conservadora, conocida por sus coches confiables pero poco atrevidos. Sin embargo, VW también tiene una historia repleta de decisiones audaces y coches sorprendentes. Desde el lujoso Phaeton, diseñado para competir con el Mercedes Clase S y Bentley, hasta versiones deportivas de sus sedanes más cotidianos. Un ejemplo perfecto es el Volkswagen Jetta GLI VR6 2002, una joya oculta que intentó enfrentarse cara a cara con el BMW Serie 3.

En 2002, el mercado de sedanes deportivos estaba dominado por el BMW 325i, un coche con un motor 2.5 litros de 184 caballos de fuerza, transmisión manual de 5 velocidades y un precio de $27,745 dólares. Sin embargo, por $22,950 dólares, Volkswagen ofrecía el Jetta GLI VR6, un sedán con un motor 2.8 litros V6, 200 caballos de fuerza, una transmisión manual de 6 velocidades y más espacio en la cajuela. Además, venía con control de tracción y estabilidad de serie, rines de 17 pulgadas y asientos traseros abatibles.

Lo que hacía especial al GLI VR6 era su motor Verkürzt Reihenmotor Sechs (VR6). A diferencia de un V6 tradicional, el VR6 tiene un ángulo de 15 grados entre los cilindros, lo que lo hace más compacto. Esta configuración permitía colocar un motor 6 cilindros en un espacio reducido, una idea que Volkswagen desarrolló aún más para sus motores W de mayor escala, como el W16 del Bugatti Veyron.

Este motor VR6 de 2.8 litros producía 200 caballos de fuerza y 264 Nm de torque, gracias a su configuración de 24 válvulas en lugar de 12. Esto le daba una entrega de potencia más enérgica y refinada. En su época, esta cifra era más que suficiente para un sedán compacto. De hecho, el Jetta GLI VR6 ofrecía una experiencia de conducción cercana a la de un BMW, pero por un precio mucho más accesible.

A simple vista, el Jetta GLI VR6 no gritaba “deportivo” a los cuatro vientos. Su diseño era discreto, casi minimalista, pero ahí radicaba su encanto. Este era el sleeper perfecto: un coche que parecía un Jetta común y corriente, pero que escondía un corazón potente. Detalles sutiles como los rines de 17 pulgadas, el escape deportivo y los asientos semi-inclinables con buen soporte eran las únicas pistas visibles de su naturaleza deportiva.

Al entrar al habitáculo, te recibía un interior sobrio pero funcional. El velocímetro de hasta 260 km/h y el tacómetro con límite a 6,500 rpm sugerían que este no era un Jetta cualquiera. Bajo el capó, una gran cubierta de plástico ocultaba el motor VR6, pero al girar la llave, el sonido del escape delataba su verdadera identidad. El rugido del seis cilindros era profundo y refinado, similar al legendario sonido de los motores BMW de seis en línea.

En carretera, el Jetta GLI VR6 demostraba sus verdaderas capacidades. La dirección tenía el peso ideal, precisa y comunicativa, mientras que la transmisión manual de 6 velocidades ofrecía cambios cortos y satisfactorios. La suspensión, ajustada para un equilibrio perfecto, absorbía bien los baches sin sacrificar estabilidad. A velocidades normales, el coche era cómodo y dócil; pero al pisar el acelerador, el motor respondía con entusiasmo y una suavidad impresionante.

La combinación de potencia, confort y diseño discreto hacía del Jetta GLI VR6 un coche excepcional para el día a día y para los momentos en los que querías disfrutar de una conducción más dinámica. Su capacidad para ofrecer una experiencia similar a la del BMW Serie 3 por un precio más bajo lo convirtió en una opción muy atractiva para los entusiastas.

En resumen, el Volkswagen Jetta GLI VR6 fue una apuesta audaz de VW para competir en un segmento dominado por gigantes. Con su motor VR6, su transmisión de 6 velocidades y su diseño discreto pero efectivo, ofrecía una experiencia de conducción que combinaba lo mejor de dos mundos: practicidad y deportividad. Puede que no tuviera el prestigio del BMW Serie 3, pero en términos de rendimiento y valor, era un digno rival.

Si tienes la oportunidad de conducir un VR6, no la dejes pasar. Es un recordatorio de que a veces, los autos más emocionantes son aquellos que no lo parecen a simple vista. Porque, como siempre decimos: no puedes morir sin manejar un Volkswagen VR6 al menos una vez en tu vida.

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